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El blog de Oxytours

Nómadas del aire

En el mes de mayo de 1822, el conde Christian Ludwing von Bothner abatió con su arma de fuego un ejemplar de Cigüeña común (Cicconia cicconia) en la región alemana de Mercklemburg, próxima al mar Báltico. Podría ser una Cigüeña común, si. Pero el hecho de que portara una lanza centroafricana clavada en su cuello la convertía sin duda en un ejemplar excepcional.

Hoy en día el fenómeno de la migración es conocido por todo el mundo, pero hasta esa fecha de inicios del siglo XIX y desde la Grecia clásica de Aristóteles, se asumía que el hecho de que muchas especies de aves que nidificaban en Europa se agruparan y desaparecieran al final del verano, para retornar en primavera, se debía a que pasaban el invierno en el fondo de los mares y de los lagos. Incluso el célebre naturalista sueco Carl Linneo compartía esta idea. Él,  que revolucionó la forma de percibir el medio natural a través de sus viajes y su inagotable capacidad de observación y clasificación del medio natural.

Los conservadores de los museos de aquella región alemana confirmaron el origen africano de la lanza, lo que resultaba una evidencia, por primera vez, de que las cigüeñas no pasaban el invierno bajo el mar Báltico sino que emprendían un fantástico viaje de miles de kilómetros hasta la otra parte del planeta, para garantizarse el confort climático y sobre todo, la disponibilidad de alimento y que en época invernal se veía reducido o desaparecía en sus cuarteles de cría. Y no fue un hecho aislado, ya que se conocen hasta 25 casos similares de cigüeñas con lanzas, flechas o puntas de flechas africana, lo que ha determinado que en alemán exista un término para definir a estos ejemplares: Pfeilstorch, que significa «cigüeña migratoria atravesada por lanza».

Pfeilstorch. Ejemplar conservado en el Museo de la Universidad de Rostock (Alemania).

Dejemos volar la imaginación y reconstruyamos por un momento la secuencia: la cigüeña buscando alimento en un área remota de la República Centroafricana y un habitante de esa zona, escondido tras matorral bajo y armado con una lanza, también buscando alimento: ella. Le arroja la lanza clavándosela en el cuello con la fortuna (relativa) para el animal de que no le afecta ninguna parte vital y pese a tenerla ahí, puede hacer vida normal, alimentarse e incluso realizar un viaje de más de 7.000 kilómetros de vuelta hasta el norte de Alemania en primavera.

Fue el inicio de una revolución en el estudio y conocimiento de las aves y de sus viajes migratorios a través del marcaje de ejemplares, primero mediante paños de colores, luego con anillas identificativas, marcas alares y radiotransmisores o mochilas GPS. Aún hoy en día apenas conocemos cómo son capaces de orientarse utilizando el campo magnético terrestre, la posición de estrellas y planetas en el cielo nocturno o la ubicación de accidentes geográficos presentes en su itinerario. Es precisamente este misterio el que convierte a estos seres alados en absolutos héroes de la evolución.

Estudio anillamiento Cigueña común con origen/destino España. Fuente: SEO/Birdlife.

Revolución en su estudio, si. Pero tan sólo supuso subir un escalón más en la admiración, respeto y hasta envidia que el ser humano ha sentido y siente por las aves desde tiempos inmemoriales. Su belleza, las adaptaciones al medio o por supuesto, la capacidad de volar, han servido de inspiración para el arte o el desarrollo tecnológico de nuestras sociedades a lo largo del mundo, desde la antigüedad. Hoy en día, la observación de aves o birdwatching moviliza a millones de personas en todo el mundo con el simple objetivo de ver, fotografiar, conocer o tan sólo disfrutar con la presencia de las aves en su medio natural, una disciplina que se muestra respetuosa con estas especies y su entorno y se debe desarrollar con la mayor sostenibilidad posible.

Las aves conectando territorios separados por miles de kilómetros, nidificando en primavera en unos y buscando alimento en invierno en los otros . Las aves, observadas y admiradas por personas aquí y allí, compartiendo pasión por ellas y por el medio natural.

Esta fue la idea que surgió hace justo ahora un año en un hide para observar aves en la orilla sur de la laguna de La Mata, en Alicante. En él, William Kikanae Ole Pere, guerrero masai, lider de su comunidad y guía profesional de safaris en el Maasai Mara keniata y yo hablábamos de esa admiración mutua por las aves, de cómo conectaban lugares tan lejanos como la península ibérica y la sabana africana. Y de cómo la ingente variedad de aves presentes en el Mara, con cerca de 600 especies, a menudo se encuentra en un segundo plano para los visitantes a aquella zona de Kenia, donde las observaciones más anheladas son las del «Big 5» (León, Elefante, Búfalo, Leopardo y Rinoceronte) y resto de felinos.

Caminando con William Kikanae Ole Pere junto a los viñedos de la Laguna de La Mata (Alicante).

Y sin embargo, la presencia de aves a lo largo del año en el Maasai Mara es increible, su enorme diversidad y en muchos casos la facilidad con la que se observan en los safaris a pie o en vehículo convierten a esta zona de África en un lugar inmejorable para su observación y disfrute, un auténtico paraíso para los entusiastas de los pájaros.

Hace un año justo comenzó el germen de una idea que se ha materializado en una propuesta de Turismo de naturaleza y solidario en Kenia organizada por la asociación ADCAM y promovida por su presidenta, Rosa Escandell en la que colabora Oxytours.  El próximo mes de septiembre de 2021 viajaremos al corazón de África para descubrir, de la mano de William y de la comunidad Masai, los paisajes, la fauna y flora del Mara, para conocer su cultura y tradiciones en una experiencia absolutamente memorable y en la que el importe íntegro del viaje se destinará a las distintas acciones que ADCAM desarrolla en Kenia.

Recorreremos el Maasai Mara accediendo a zonas de difícil acceso en el área de conservación que gestiona directamente la comunidad Masai, subiendo a la montaña más alta de esta parte de la sabana, el Kilelewuoni, para disfrutar con la increíble panorámica que alcanza tierras de la vecina Tanzania. Dormiremos junto al rio Mara para ver al amanecer la salida de los hipopotamos y esperaremos desde su orilla el paso de miles y miles de ñus en su desplazamiento anual entre zonas de pastos. Buscaremos leones, fotografiaremos guepardos, observaremos cebras, búfalos o hienas, si. Pero prestaremos especial atención a las joyas aladas como las grullas coronadas de cuello gris, observando secretarios y garzas Goliath y hablando de sus adaptaciones mientras vuelan los abejarucos: hasta 5 especies de esta familia de aves se encuentran aquí, auténticos caleidoscopios alados de belleza absoluta, o gigantes como las avestruces y el Marabú, el ave terrestre con mayor envergadura alar ya que llega a alcanzar unos increíbles 4 metros de punta a punta de sus alas.

Por unos días seremos nómadas, como los Masai. Por unos días seremos nómadas, como las aves.

Los secretos que aún hoy en día esconde esta zona de África son innumerables, la emoción que espera a quien osa recorrerla de manera pausada y respetuosa es inagotable, durante su estancia, durante el resto de sus días. Quien sabe si incluso espera escondida alguna Pfeilstorch: en el año 2006 pudo observarse en Israel un ejemplar de cigüeña con una lanza de un metro clavada en el cuello, volando en dirección norte hacia Europa.

Las aves nunca dejarán de fascinarnos y sorprendernos.

Abejaruco frentiblanco. Fuente: ebird.com

 


No sé cuando leerás estas líneas, pero quizás te interese el viaje a Kenia que hemos preparado. De ser así puedes descargar el dossier con toda la info en este enlace es así como consultar los proyectos de ADCAM en Kenia aquí.

Me permito recomendarte el libro ¿Para qué sirven las aves?, del ornitólogo y divulgador Antonio Sandoval. Fueron en estas líneas donde descubrimos hace unos años la historia de las Pfeilstorch. Y desde entonces no hemos dejado de contarla ni una sola vez a nuestros clientes y participantes, a nadie deja indiferente.

Si quieres leer más sobre la evolución del estudio del comportamiento migratorio de la Cigueña común en España, te recomendamos el trabajo de SEO/Birdlife que encontrarás en este enlace.

El blog de Oxytours

Vivir la Vida

AHÍ la tienes.

Más segura que tú, que balbuceas

delante de su aplomo.

Más exacta que tú, que desconfías

de ti

como un arquero viejo.

 

Palmera solitaria (fragmento).

Antonio Cabrera (2016). Corteza de Abedul. Tusquets Editores. Marginales 293

 

Han pasado 25 años de aquel día, pero cómo olvidarlo. Aquellos fueron meses intensos y difíciles,  sin saber aún que la intensidad y la dificultad aumentarían en los años siguientes. Pero días como aquel con gente como aquella ayudaron muchísimo a no caer, a llegar a puerto. Nada como buscar un buen apoyo cuando las piernas fallan, aunque ellos no supieran nunca que fueron muletas. Y en aquellos años de estudiante de Biología, fallaron mucho.

Recuerdo la sorpresa, la emoción, la tensión incluso de aquel  instante. Acabábamos de ir a las redes a ver qué pájaros  habían caído, y tras retirarlos con sumo cuidado los llevamos a la mesa donde se tomaba nota de qué especies eran junto con diversos datos biométricos de cada uno de los ejemplares, colocando al final una liviana anilla metálica en uno de los tarsos y quizás, previa a la liberación, una rápida fotografía… y luego a volar. Para un loco de las aves desde la infancia como era yo, aquellas primeras sesiones de anillamiento científico resultaron increíbles por lo que aprendías, por lo que compartías. Recuerdo que aquel día alguien preguntó qué había caído en las redes. – Poca cosa, hay un Mosquitero común con el plumaje algo más apagado que el resto. Antonio, el anillador experto que nos instruía, lo cogió, lo examinó y con urgencia repentina lo volvió a meter en la bolsa y tras un – que no se escape –  fue a consultar la pequeña biblioteca especializada que teníamos en la zona de anillamiento. – Es un “tristis”, el segundo que veo, comentó emocionado. Esa mañana tuvimos la fortuna de trampear un ejemplar de Mosquitero común Phylloscopus collybita de la subespecie tristis, un pequeño pajaro de apenas 8 gramos de peso y 20 centímetros de envergadura, cuyas zonas tradicionales de cría se encuentran en Siberia y Mongolia y las de invernada, en una amplia zona entre la cordillera del Himalaya e India.  Esa mañana, en el Pujol Vell de l’Albufera de Valencia, un pequeño pajarillo desviado más de 6.000 (seis mil) kilómetros de su ruta migratoria habitual nos enseñaba, nos recordaba lo increiblemente sorprendente que podía ser el medio natural. 8 gramos, 6.000 kilómetros extra en su viaje. Piénsalo: Increible, fascinante, mágico.

 

Nota sobre la captura en El Serenet nº 2. Butlletí de la Societat Valenciana d’Ornitologia (SVO)

 

Para alguien que no tiene el más mínimo conocimiento de psicología, pensar y leer sobre como nuestra mente asocia, disocia, relega o muestra recuerdos, ideas o emociones es tiempo perdido, pero aún así no deja de maravillar. Y es precisamente en estos días de confinamiento por el COVID, semanas donde nuestro ritmo diario ha saltado por los aires y la incertidumbre a corto y medio plazo paraliza y atenaza a muchos, cuando además parece que la observación de aves desde ventanas y balcones engancha a propios y extraños y muchas personas comienzan a ser  conscientes de que nuestra naturaleza cercana es variada y rica, preciosa e interesante, es justo en estos días cuando una y otra vez vienen a mí 3 palabras, una exigua frase que como un mandamiento se ancla en mi mente, lacera mi pecho de manera incansable. Debe ser el contexto, que lo puede todo, las libertades limitadas, movimientos controlados justo a nosotros, que nos creíamos libres.

La frase, “Vivir la vida”.

Es curioso como estas 3 palabras, que ni se dirigían a mi ni yo estaba presente cuando se pronunciaron, han llegado a calar en mi interior como lección de vida como pocas otras antes, quizás por quien las decía y el momento en que se decían.

Antonio quedó con unos amigos a comer en mayo de 2017. De manera fortuita cayó y se golpeó la cabeza contra el suelo, quedando tetrapléjico y falleciendo dos años después, por culpa de aquella grave lesión medular. Unos meses antes pronunció esas 3 palabras a modo de despedida a unos amigos, los mismos con los que compartí aquel tristis, la última vez que lo fueron a visitar, sin saber que su final estaba próximo. Antonio fue muchas cosas, destacando quizás su faceta de poeta, galardonado con el Premio Internacional Fundación Loewe en 1999 y el Premio Nacional de Poesía  en el año 2000, entre otros.  También supo ser profesor de filosofía e imagino que muchas cosas más. Y digo imagino porque para mí Antonio fue, sobre todo, un amante excepcional del medio natural y de las aves, con avidez por compartir y mostrar lo que conocía, por contagiar su pasión. Y allí estábamos nosotros, en noviembre del 94, adictos a las alas, los vuelos, plumas, cantos o las migraciones… atentos a lo que contaban ellos, Antonio y Pepe, como aquel día del tristis, como muchos más que vinieron después. Aquellos madrugones para ir a anillar, los cafés en El Saler, montar y desmontar redes, el humor absurdo,  las horas y horas de conversación, compañerismo y de vida que pasamos todos en aquellos ya lejanos días en el tiempo, próximos en el recuerdo, de pájaros y arrozal y barro y risas, que quedaron grabados a fuego para siempre. Grabados como una de las vivencias personales más intensas y gratificantes que he sentido nunca, tan importantes que a veces pienso que sin la compañía y apoyo de aquellos compañeros y amigos no habría podido amortiguar el dolor de los meses que vendrían, ni abrir libros, tomar apuntes o robar horas de sueño para estudiar.

 

Sesion de anillamiento en el Pujol Vell (Albufera de Valencia). 1996

 

Vivir la vida es una frase que marca nuestra existencia con una línea que debemos seguir, cada uno de la manera que sepa, se atreva, o simplemente quiera. Estamos obligados a ello, a que nuestra vida converja con esa línea, a recordar que el tiempo no es eterno y que puede acabar en cualquier instante. Todos lo pensamos cuando estamos atrapados en casa, lo que haremos una vez salgamos y que habíamos dejado aparcado, lo que disfrutaremos con aquello para lo que esta vez sí que sacaremos tiempo. Decididos a que nuestra vida pise esa marca todo el tiempo, se mantenga sobre ella buscando aquello que nos hace brillar y que nos reconforta, a no postergar nunca más besos y abrazos. Estar presente para los tuyos pero, sobre todo, para tí mismo.

 

Ellos siempre han estado ahí, aunque el contacto con la mayoría apenas exista y sea mínimo, pero la emoción permanece intacta en el recuerdo, más viva que la más real de las fotografías de aquellos años. Y lo mejor, sin que sean conscientes de ello en absoluto, lo que me parece maravilloso. Gracias a Pedro del Baño, a Manu y Toni Polo y a Javi Galindo, los 5 confinados en aquel Talbot Samba, que embarrados hasta el cuello empujábamos en el port de Catarroja. Luego vinieron Mª Jesús, Vicente o Silvia. Y a Pepe Lluch. Y sobre todo a Antonio Cabrera, que me enseñó de pájaros, que me emocionó con sus poesías, que me acompaña, él y todos, para siempre en mi camino. Porque los compañeros de camino no se eligen, aparecen y se ponen a andar a tu lado. Y cuando el paso es idéntico, cuando el esfuerzo es el mismo, la compañía es perfecta y el silencio no molesta, se convierten en verdaderos compañeros de vida, aunque con el tiempo se muevan lejos, tan lejos que algunos decidieron incluso volar alto como los pájaros, fuera de su cuerpo. pese a eso, siempre estarán.

 

Homenaje a Antonio Cabrera en los actos de celebración del 25 aniversario de la Societat Valenciana d’Ornitologia. Quart de Poblet. 05/10/2019

 

Dedicado a Antonio, a todos ello y ellas. A las personas que son arco iris, que son palmera, como la de las líneas de Antonio, a las que es preciso acercarse, necesario mirar hacia arriba e imprescindible crecer gracias a ellas, de altas que son, como diría Miguel Hernández.

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Piper, el pequeño correlimos

Si aún no has visto el último corto de Pixar deberías hacerlo. A nosotros en el cine nos enterneció como a todos los presentes pero, más allá de la preciosa historia de superación que nos cuenta esta joya de la animación, no podíamos dejar pasar la ocasión para hablaros de aves y llenaros la cabeza de pájaros.

https://www.youtube.com/watch?v=rGYl18hZ2A8

Pero… quién es Piper?

Piper pertenece a la gran familia de los Correlimos o Sandpipers en inglés, de ahí el nombre con el que Allan Barrillaro, creador y director de esta precioso corto, bautizó a este adorable pajarillo. En concreto se trata de una cría de correlimos tridáctilo (Calidris alba) , territ de tres dits o sanderling en inglés. Sigue leyendo «Piper, el pequeño correlimos»