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El blog de Oxytours

En deuda con el Mediterráneo

Al conjunto de personas que vivimos en la costa alicantina se nos ha olvidado (no a tod@s, pero sí a la inmensa mayoría) que se lo debemos prácticamente todo al mar Mediterráneo. Nuestro clima, nuestra riqueza ambiental, nuestra cultura e incluso, hasta nuestra supuesta sociedad del bienestar.

El Mediterráneo nos brindó la oportunidad de ponernos en contacto con sus otras orillas y sus otras gentes, algunas a mucha distancia y muy distintos de nosotr@s, a menudo enriqueciendo nuestra economía y cultura gracias a la apertura de rutas comerciales, también trayendo el miedo y la angustia con la llegada de lo temido en forma de piratas, capturando esclavos entre nuestros antepasados. Nuestras lenguas, tradiciones y hasta la gastronomía es el resultado de siglos de idas y venidas a través suya, mezclando religiones, uniendo culturas y personas.

Este es el mismo Mediterráneo al que desde hace pocas décadas sólo queremos por la bonanza de su clima, por las 320 jornadas de sol al año, por sus playas, calas y cálidas aguas, ese mismo mar del que creemos que siempre ha sido destino de turistas, zona de servicios, lugar de esparcimiento, piscina gigante, parque temático gratuito del que todos disfrutan, cada uno a su manera, cogiendo de él lo que necesitan. Nuestra relación con el Mediterráneo ha cambiado, ya no es equilibrada, hace tiempo dejó de serlo y tenemos que hacer un gran esfuerzo para que lo vuelva a ser. Llevamos décadas maltratándolo, olvidando lo vital que fue, lo imprescindible que es.

Un buen ejemplo de cómo está relación ha cambiado lo tenemos al observar cómo han variado la pesca y los pescadores en la Costa Blanca. Estos días atrás, navegando por el frente litoral de El Campello y La Vila Joiosa, preparando la nueva ruta marina de Oxytours Descubre el Mediterràneo: naturaleza y cultura alicantina, no podíamos evitar pensar en ello, gracias a los distintos recursos interpretativos presentes en el itinerario y que de manera directa o indirecta nos remitían a nuestra relación con el mar a través de la pesca.

Por un lado, el yacimiento arqueológico de la Illeta dels Banyets, junto al inicio del itinerario marino en El Campello, gestionado por el MARQ Museo Arqueológico Provincial de Alicante, libro abierto de nuestra historia donde leemos cómo vivía la gente en nuestra costa gracias a los restos de asentamientos de época íbera y romana, destacando su papel como puerto comercial. En su extremo se encuentran una de las escasas piscifactorías de época romana del estado español, con 4 balsas excavadas en la roca y comunicadas entre si y el mar a través de ranuras y canales. La elaboración de conservas de pescado como el Garum, una salsa con base de pescado y muy apreciada en las mesas romanas, no fue exclusiva de este lugar ya que se elaboraba también en las encontradas en Calp y Xàbia.

Illeta dels banyets. El Campello.

En el caso de las almadrabas caladas en la costa no quedan restos que admirar, pero si una extensísima toponimia en nuestro litoral y multitud de documentos que hacen referencia a este singular arte de pesca consistente en la instalación de una serie de redes y estacas que formaban una especie de laberinto que condicía a la red del copo, desde donde las capturas eran izadas a los barcos. Su principal captura eran los atunes, por lo que se instalaban coincidiendo con sus rutas migratorias desde el Atlántico, que se produce dos veces al año. La costa alicantina fue profusa en el calado de almadrabas, de norte a sur, y famosa la pericia de sus armadores y capitanes, que eran requeridos por todo el litoral mediterráneo y en la zona del Estrecho de Gibraltar. Está documentado el calado de almadrabillas en El Xarco y en la zona de La Illeta, así como las solicitudes para calar almadrabas (y en alguna vez se instalaron) en la zona de el Barranc d’Aigues o en la Coveta Fumà. Miles de toneladas de atún y otras especies fueron capturadas en nuestra costa por este sistema de pesca, que estuvo en funcionamiento hasta bien entrado el siglo XX. Como dato, en la almadraba de Calp se capturaron en 1924 37.400 kilogramos de pescado, siendo ya su rentabilidad muy escasa.

Almadraba en la isla de Nueva Tabarca. Alicantevivo.org

Un tercer paso en esta evolución de la pesca lo encontramos en la instalación de las modernas piscifactorias actuales, estructuras flotantes que vemos a diario desde la costa de El Campello, Altea, La Vila, El Albir, Calp o Guardamar del Segura. Ancladas al fondo marino, su función es la de servir de lugar para la alimentación de alevines de diversas especies hasta alcanzar un tamaño comercial, momento en el que se extraen del mar y son preparados para su distribución entre supermercados y distribuidores de alimentación. Granjas marinas, con una afección al fondo marino difícil de medir influyendo además, como cualquier otro tipo de arte pesquero, en el comportamiento de peces, cetáceos y aves marinas.

Esta evolución en las artes de la pesca nos manda un mensaje claro de fin de recursos pesqueros y de sobreexplotación. Necesitamos criar y engordar alevines de dorada, lubina o rodaballo en jaulones porque el mar ya no nos puede facilitar lo que necesitamos, de puro agotamiento. La pesca es tan sólo un ejemplo, podríamos poner más, muchos más de ese cambio de relación. El más patente, la alteración del medio físico, la urbanización canibal del litoral.

Durante las últimas 6 o 7 décadas nuestra costa ha sufrido un proceso de alteración terrible, con nuestros valores ambientales y culturales enterrados bajo toneladas de hormigón. Está claro que desde la dura década de los 50  teníamos que prosperar como sociedad en la busca de bienestar y libertades para tod@s, pero quizás el camino que se eligió en algunas zonas con la construcción y urbanización de la costa como motor económico no fue ,desde luego, el más sostenible ni social ni economicamente hablando, como sucesivas crisis del ladrillo han puesto de manifiesto. Sólo un apunte, tras el paso de la borrasca Gloria en enero de 2020, el alcalde la localidad costera de Bellreguard Àlex Ruiz, en Valencia, planteó la posibilidad de no reconstruir el paseo marítimo destruido por la borrasca, como ya había ocurrido multitud de veces con temporales anteriores, buscando una solución más natural e integradora con el paisaje, ahorrando miles de euros al municipio.

Pero para nosotr@s, el ejemplo más importante de este cambio de relación es la práctica desconexión entre nuestra sociedad y la costa, el mar. Nos relacionamos con él a menudo con absoluto desprecio, dejando nuestras basura en las playas de forma consciente, porque nos dá pereza llevarla con nosotros, o tirando toneladas de toallitas por el WC sabiendo, porque lo sabemos todos, lo que ocurre con ellas. Escribir sobre la tristeza que esto genera nos llevaría horas y no es el objetivo de esta entrada, pero al menos dos reflexiones:

  • Ver cómo ha reaccionado el medio natural a casi 3 meses sin presencia de personas en las playas ha sido increíble, destacando a nuestro juicio la nidificación de una de las aves más amenazadas por la incompatibilidad de su nidificación en zonas litorales con los usos que nosotros realizamos en ellas. O más que con los usos, con nuestra falta de civismo al no respetar vallados o carteles que buscan proteger las colonias. Se trata del Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), una pequeña y preciosa ave limícola con una situación realmente complicada, y que ha vuelto a nidificar durante este confinamiento en playas tan turísticas como La Mata, en Torrevieja.

 

Chorlitejo patinegro en la playa de La Mata, primavera de 2020. Julio J. Añel en Crónicas Naturales de Torrevieja.

 

  • Una pregunta: Cuándo va el mar a comenzar a vomitarnos las centenares y miles de mascarillas y guantes desechables que acaban en las alcantarillas? Preparémosnos para un nuevo elemento decorador de nuestras  costas junto a salvaslips, bolsas de patatas fritas y de supermercado, sedales, colillas (casi 33.000 millones inundan las playas españolas), latas de refrescos, bastoncillos, preservativos y así un largo y vergonzoso etcétera. Y eso es lo que vemos, si hablamos de lo grave de verdad, los microplásticos que generarán, el problema pasa de estético a ambiental y de ambiental a sanitario.

Qué nos ha pasado para dejar de respetar al Mediterráneo, a ningunearlo y despreciarlo, a referirnos a los arribazones de Posidonia como suciedad, a obviar su importancia aunque nos la estén explicando y demostrando, a no reconocer nuestra deuda eterna con él como sociedad.

Es nuestra obligación detener su deterioro, comenzar a recuperarlo de manera decidida, mostrar a todos su importancia ambiental, que es indudable a través de pequeñas y grandes acciones de particulares y administración, de empresas, universidades y asociaciones, dirigidas a recuperar, conservar, sensibilizar, como la iniciativa alicantina The Gravity Wave, que transforma plásticos recogidos en el mar en carcasas para móvil. O acciones y declaraciones valientes como las del actual alcalde de Denia, Vicente Grimalt, que durante la temporada de baño del 2019 se negó a «limpiar las playas de restos de posidonia oceánica» y harto de críticas, fundamentadas en la ignorancia ambiental más absoluta declaró, que la presencia de restos de la planta marina posidonia oceánica en las orillas,  muy lejos de ser basura, era indicativo de calidad ambiental de la costa…»La posidonia es vida», dijo. Advirtiéndo que los turistas deben acostumbrarse a que el mar «no es la piscina de su urbanización».

El valor del Mediterráneo va mucho más allá que el de ser fondo perfecto de nuestras imágenes en Instagram. Como no tengamos cuidado, va a ser lo único bonito que nos quede de él ¡Actuemos en consecuencia!

Infomación y talleres ambientales de Oxytours en playas, para el Ayto. de Torrevieja

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Imposible escribir unas palabras sobre el mar y que no acudan a tu cabeza nombres y caras de personas que han pasado por tu vida de una manera u otra relacionas con el mar, con la pasión y respeto mutuo por él. Algunas hace años que no las ves y otras, compartes vida a diario, pero inevitablemente son el mar para mi, como Gorka Ocio y aquel Pride of Bilbao del 2007, junto con Dani Liñana, o Juan Antonio Pujol, del que tanto queda por aprender (y su costa alicantina y murciana, porque son suyas), junto con Conchi Martínez, Richard Barreno, Carles GagoPatricia Gosálbez, Jaume Lloret, Toni MartínezFernando Carmona, Joan Segovia o Ruth Fernández y El Xarco. El cabo Huertas inseparable de Cayetano, Roberto y Manolo o Ana y el cabo de Gata, del que nunca vuelve, quedándose siempre en el Barronal.

Gente y mar.

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Serra Gelada, los secretos del acantilado

“…Quisiera poder describir con fidelidad la sierra del Arabí, en el lado que el mar lame, que el mar acaricia. A la luz de la luna, entre la indecisión de las sombras, sus peñascos desgajados, medio cubiertos por el agua, parecían columnas rotas, estatuas mutiladas, ruinas de templos, aras hechas mil pedazos, altares antiguos heridos y destrozados, dioses que el mar estaba devorando; en una palabra, el naufragio de un pueblo, de una civilización. Yo algunas veces temblaba delante de aquellos escollos inmensos, que se perdían en el cielo, y que parecía que al menor beso de la tranquila ola se embreaban, amenazando desplomarse sobre nosotros…”

Es imposible estar a los pies de los acantilados de la sierra del Arabí, o Serra Gelada, y no sentir lo mismo que describió en 1881 Emilio Castelar, quién fuera presidente de la I República española, un escalofrío infinito mezcla de admiración, de temor, de respeto. Castelar escribió sobre estos acantilados de manera admirable y fue testigo de su belleza sin huella, de las cuevas donde se refugiaban las focas monjes, donde los pescadores aún podían recoger el agua dulce que destilaban sus techos, el mismo lugar donde la recogieron los piratas berberiscos durante más de 300 años.

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Emilio Castelar y Ripoll. Presidente de la Primera República Española entre 1873 y 1874.

Porque es cierto que ya sea caminando desde la cala de Ti Ximo buscando la torre de les Caletes o recorriendo el sendero de su cresta, la Serra Gelada siempre sorprende, impresiona y por supuesto intimida, especialmente si la observamos desde el mar. El momento en el que ganas la punta Bombarda con el faro del Albir y los restos de la torre vigía allá arriba, cuando giras buscando la Mitjana y aparece el acantilado en toda su extensión, en ese preciso momento las palabras de Castelar adquieren todo su significado, de golpe, sin previo aviso. No en vano dos elementos paisajísticos se unen aquí para enmudecimiento de quienes los observan. El Mediterráneo horizontal e infinito junto la enorme pared vertical del acantilado, finita, pero igualmente interminable.

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Punta Bombarda y Faro de l’Albir (Serra Gelada). A la derecha del faro se observa la base de la torre vigía de la Bombarda, del siglo XVI. Foto: Antonio Sáez.

Entre los muchos tesoros que esconde este acantilado quizás el más importante no está relacionado con piratas, joyas botánicas o aves protegidas, siendo más bien un preciado recuerdo de climas remotos, de hace miles de años. Un magnífico legado en forma de duna. Pero no se trata de arena normal sino arena anclada en el acantilado, colgada de él, abrazada a él para siempre.

La duna fósil de Serra Gelada constituye unos de los hitos geológicos más importantes de la Comunidad Valenciana. Sus extraordinarias dimensiones (250 metros de altura y un volumen de arena estimado en 16 millones de metros cúbicos) la convierten en la duna de mayor altura del continente europeo. Además destaca su singularidad  botánica, debido al conjunto de especies de arenales que en ella se encuentra difíciles de localizar en conjunto en otros lugares de la provincia. Pero casi nada de esto es comparable a la primera vez que la ves, que tomas consciencia de su magnitud, de su colosal altura, de su excepcional belleza.  Belleza amenazada por la erosión continuada producida por el agua de la salida de la depuradora existente al otro lado de la sierra, mordiéndola sin descanso, problema cuya solución alguien debería afrontar de una vez por todas.

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Duna fósil de Serra Gelada desde el mar, frente a las calizas jurásicas del morro de Sant Jordi.

Esta sierra litoral alicantina, junto con su frente marino y las bahías de Benidorm y Altea fue declarada Parque Natural por la Generalitat Valenciana en 2005. Más de 5.500 hectáreas de acantilados y fondos marinos protegidos situadas en los términos municipales de 3 localidades de gran importancia para el sector turístico de nuestra región como son el Albir en l’Alfàs del Pi, Altea y por supuesto Benidorm, cuyo icono identificativo por excelencia, su isla, está incluida dentro del Parque Natural de la Serra Gelada.

Un Espacio Natural con un excepcional valor ambiental y cultural donde encontramos escasas aves marinas como el Paiño o el Cormorán moñudo, praderas de la planta marina Posidonia oceanica en las bahías y entre los haces de esta, ejemplares de Nacras de gran belleza,  además de plantas rupícolas en el acantilado como la amenazada Silene d’Ifac y dunares como la endémica Linaria arabiniana cuyo nombre científico está relacionado con el topónimo de esta sierra, Penyes de l’Arabí. Desde halcones y delfines hasta peces luna, torres vigía, pecios, plantas atlánticas como la Camariña o incluso un parche arrecifal de coral fósil, mil y un recursos ambientales y culturales en una zona donde hasta hace poco nadaban las focas monjes, se trabajaba la minería de ocre y se calaban almadrabas.

Linaria Arabiniana Serra Gelada
Bellísimo ejemplar de Linaria arabiniana, endemismo iberolevantino que crece en la duna fósil de Serra Gelada y otros arenales de Alicante.
Ola fósil Serra Gelada
Detalle de la duna fósil de Serra Gelada, constituida por eolanitas blancas parcialmente erosionadas por acción del viento.

Serra Gelada está enclavada en uno de los destinos turísticos más importantes del estado español. Más de 250.000 personas recorren la ruta del faro del Albir, navegan hasta la isla de Benidorm o realizan inmersiones en la Llosa o la Mitjana cada año. Más de un cuarto de millón de visitantes, entre turistas y residentes, son usuarios de este Parque Natural anualmente, personas que demuestran el importante potencial del medio natural de nuestra provincia como complemento de nuestro destino turístico, complemento diferenciador y de calidad pues Alicante encierra en sus escasos 5.800 kilómetros cuadrados de superficie una diversidad de hábitats casi imposible de encontrar en otra región europea.

Un patrimonio que debe estar tutelado de manera continua por las distintas administraciones responsables de su conservación, conservación que en los últimos años ha sufrido un revés considerable en forma de recortes y que ha originado que el personal de nuestros Parques Naturales, como ocurre con Serra Gelada, sea totalmente insuficiente, y los proyectos de conservación que se llevan a cabo en este, prácticamente inexistentes. Cosas para cambiar a la mayor brevedad posible.

Oxytours velero Serra Gelada
Interpretación del Patrimonio ambiental y la historia de la piratería en Serra Gelada a bordo de un velero, en una actividad de Oxytours. Al fondo l’Illot de la Mitjana y a la derecha, la Cara del Elefante. Abril 2016.

Cada vez que visitas Serra Gelada, a pie o en barco, es imposible no ensoñar con ella, sentir con ella. De esta manera se es capaz de ver aquella barca de leyenda acercándose al acantilado y estando a  punto de estrellarse contra él, se introduce milagrosamente en la Cova de la Dona, con aquella doncella en su interior que escapó de los piratas y a la que descubrieron días más tarde, desfallecida, prácticamente muerta. No es difícil entrever a lo lejos esas mismas galeotas del turco que, fondeadas en la cala dels Illots, se esconden de la vista de los atajadores que recorren las alturas del acantilado buscándolas y así poder alertar a sus torres y estas a las gentes de la costa, eternamente en guardia y atemorizadas.

Cierras los ojos y oyes las historias de pescadores, piratas y focas en Benidorm y el Albir, las que escuchó Castelar. Ese tipo de pesca ya no se practica, esas focas monje ya no están, ni volverán jamás. Pero mientras perduren las paredes gigantes, entretanto naveguemos pegados al Cantal Roig o a través del canal de la Mitjana, las historias que cuenta el acantilado resonarán en nuestras cabezas, nunca se olvidarán y su recuerdo siempre estará presente.

 

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– Señalar que el acantilado de Serra Gelada, desde la punta Bombarda a la punta de les Caletes es una zona de acceso restringido del Parque Natural, por lo que para el desembarco y tránsito por dicho espacio es preciso contar con autorización. Más información sobre el Parque Natural y datos de contacto en este link.

– Recordar aquí a los compañeros de este Parque Natural con los que compartimos muchos días de trabajo, especialmente a Fernando Carmona que patroneaba el Changó el primer día que vi la duna de Serra Gelada desde el mar (y fueron muchos muchos más con él), a Eduardo Mínguez, que hizo caer en mis manos el texto de Castelar en Benidorm y a José Luis Linares, por ejercer de modelo en la foto de la duna fósil. A todos, gracias.